Rechaza Navarro Quintero ayuda federal; Sheinbaum asume “mínimos” daños en Nayarit tras ciclones
Mientras el estado de Nayarit hace un recuento de los daños tras el embate del huracán “Priscilla” y los remanentes de la tormenta tropical “Raymond”, una declaración desde la más alta esfera del poder ha encendido las alarmas sobre la verdadera dimensión de la tragedia y la coordinación intergubernamental.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, afirmó en la conferencia matutina que las afectaciones en Nayarit “no son muy graves”, una aseveración que contrasta marcadamente con los reportes de campo y, peor aún, que revela una posible decisión unilateral que compromete la respuesta federal: el rechazo, o al menos el aplazamiento, de la ayuda del Gobierno de México.
En su conferencia mañanera de hoy, la mandataria federal reveló que fue el propio gobernador de Nayarit, Miguel Ángel Navarro Quintero, quien le comunicó que respecto a las afectaciones en su estado, “él las iba a atender y que, si necesitaba apoyo, se las iba a solicitar (al gobierno federal”, dando a entender que sí hubo una consulta de la Presidenta al gobernador para conocer la situación.
Esta declaración, más allá de un simple reporte, parece ser la justificación de la Presidencia para minimizar y, hasta ahora, marginar la participación de la Federación en la emergencia que hoy vive la entidad.
Pero mientras la presidenta Sheinbaum insiste en que las afectaciones por “Raymond” y “Priscilla” “no tuvieron afectaciones graves”, los datos del propio gobierno estatal dibujan un panorama de afectación considerable:
– Pérdidas materiales: Alrededor de 80 viviendas resultaron damnificadas entre los municipios de San Blas y Compostela, una cifra que dista de ser un “daño menor”.
– Infraestructura colapsada: En Jalcocotán, el desbordamiento del arroyo colapsó tres puentes, con una vivienda completamente destruida y dos más con daños estructurales severos. En Zacualpan, 45 casas se vieron afectadas por el río, además de que la carretera Ixtapa de la Concepción-Zacualpan fue “arrasada” por la corriente.
– Vialidades vitales bloqueadas: Las intensas lluvias provocaron deslaves en la carretera federal 200 (Tepic-Puerto Vallarta) y la federal 15 (Tepic-Mazatlán), interrumpiendo arterias clave para el comercio y la movilidad regional, dañando sus acotamientos.
El gobernador Navarro Quintero ha tenido que asumir un compromiso monumental y urgente, prometiendo rehacer los puentes destruidos y construir viviendas para las familias que perdieron sus hogares, confiando en los recursos del DIF Nayarit y la coordinación municipal, todo esto, al parecer, sin la inmediata intervención del Fondo de Desastres Naturales (FONDEN) u otras herramientas federales.
La decisión del gobernador Navarro Quintero de “hacerse cargo” es plausible desde la perspectiva de la autonomía estatal y la eficiencia en la respuesta inmediata. No obstante, en un contexto de fenómenos meteorológicos cada vez más extremos y devastadores, la negativa a aceptar o solicitar el apoyo federal desde el inicio plantea serias interrogantes sobre la capacidad financiera y logística del estado para atender una emergencia de esta magnitud.
La administración de Nayarit se enfrenta ahora a la titánica tarea de reconstruir infraestructura crítica como los puentes y carreteras, además de garantizar la vivienda de las familias afectadas y la limpieza de lodo en escuelas —como los dos Jardines de Niños y las dos primarias de Jalcocotán— y espacios públicos.
La postura de la Presidencia de México, al tomar la palabra del gobernador para excusar la minimización de los daños, corre el riesgo de ser vista como una abdicación de la responsabilidad federal en la protección de sus ciudadanos. La pregunta que queda en el aire es: ¿Se está priorizando la narrativa de que “no pasa nada grave” sobre la necesidad real de los nayaritas?, y, de ser necesario el apoyo federal en el futuro, ¿llegará a tiempo, o el tiempo perdido por la gestión “localista” ya habrá cobrado una factura mayor para los damnificados?
Por ahora, la suspensión de clases y la entrega de paquetes alimentarios son las únicas medidas visibles, mientras Nayarit navega en solitario las aguas turbulentas de la recuperación, con el eco de una declaración presidencial que ignora a las familias que lo perdieron todo.