Interpretación indicadores financieros 05/01/2023
INTERPRETACIÓN:
- El precio del petróleo de exportación de México ha descendido más de 10% en dos días, hasta llegar a 61.7 dólares por barril del crudo, lo cual confirma la tendencia a la baja del precio internacional.
- A pesar de ser invierno en el hemisferio norte del planeta, y con la persistencia de la guerra en Ucrania que afecta los suministros de combustibles fósiles desde esa región del mundo.
- Sin duda ha funcionado la estrategia de la OTAN, liderada por los Estados Unidos, de asegurar una gran oferta del crudo desde las regiones del Golfo Pérsico e incluso Venezuela, por lo que no parece que se vaya a revertir esa tendencia durante el presente año.
- A la par, las potencias occidentales continúan impulsando la revolución tecnológica en el plano energético, para evitar la peligrosa dependencia de la economía mundial de lo suministros de combustibles fósiles; destacadamente esto es lo que viene ocurriendo en la industria automotriz y los motores eléctricos.
- La confirmación de la alta probabilidad de recesión económica, al menos en algunas regiones del planeta es otro factor que influye en la tendencia a la baja de la demanda del crudo.
- A todo lo cual se agregan las presiones internacionales, ahora incluso con el apoyo del gobierno de Estados Unidos, de bajar la producción de CO2 para frenar el cambio climático global.
- Para la economía mexicana, la caída del precio internacional del petróleo tiene un significado ambivalente, por una parte representa una caída de las entradas de divisas por la exportación del crudo, lo cual tiene que cubrirse con la contratación de más deuda externa, sobre todo en un contexto en que amenaza la recesión y el riesgo de menor envío de remesas por parte de los connacionales que trabajan en Estados Unidos.
- Pero desde un punto de vista positivo, la baja del precio del petróleo en los mercados internacionales abaratan las gasolinas importadas por México (50% de las gasolinas consumidas en México provienen de EU), lo cual permite al gobierno mexicano aplicar micro “gasolinazos”, para buscar controlar la inflación y la irritación social que está provocando, además de captar algunos ingresos extras por los impuestos especiales a los combustibles fósiles, sin que se note mayormente en los precios finales de las gasolinas.