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Abren nueva caseta en la autopista, cuesta casi 10 pesos el kilómetro

La reciente apertura de la caseta de cobro en La Peñita ha marcado un paso más hacia la culminación de la autopista Las Varas–Puerto Vallarta, celebrada por su promesa de reducir los tiempos de viaje a este importante destino turístico. Sin embargo, un análisis más profundo revela una realidad compleja: se trata de una vía que se perfila como una de las más caras del país, predominantemente de dos carriles, y con un diseño que, en su tramo final hacia Puerto Vallarta, sigue generando cuellos de botella y frustración.

Con esta última adición, el tramo de poco más de 85 kilómetros que conecta Las Varas con Puerto Vallarta acumula ya cuatro casetas de cobro. La nueva caseta de La Peñita tiene un costo de $71 pesos para automóviles. Aunque las tarifas individuales de las otras tres casetas no fueron alteradas, la suma de estas cuatro estaciones de peaje eleva el costo total del recorrido para un automóvil particular a una cifra cercana a los $800 pesos. Esto se traduce en un asombroso costo promedio de aproximadamente $9.41 pesos por kilómetro, posicionándola firmemente entre las autopistas más caras de México y obligando a los usuarios a evaluar si el ahorro de tiempo justifica un desembolso tan considerable.

La preocupación no se limita al precio. A pesar de la ambición del proyecto y el alto costo del peaje, la realidad es que la mayor parte del trazo de esta autopista se compone de solo dos carriles –uno por sentido–, complementados por acotamientos.

Esta configuración es una desventaja significativa para una vía de alta afluencia, especialmente en una región turística. En horas pico o temporadas vacacionales, la capacidad limitada de un solo carril por sentido es una receta para la congestión, anulando en gran medida el beneficio de la velocidad prometida y la inversión realizada.

Además, la experiencia del usuario se ve mermada por la ausencia de servicios básicos en las casetas de cobro, como baños, obligando a los viajeros a buscar paradas en otros puntos, lo que interrumpe la fluidez del viaje.

Un aspecto crítico es el nuevo esquema de “peaje cerrado”. La concesionaria lo ha promocionado como un método para que el usuario “pague únicamente por el tramo recorrido”, evitando supuestos cobros excesivos y eliminando filas. Sin embargo, fuentes cercanas a la operación y la propia lógica operativa sugieren que este sistema de registro de entrada y pago a la salida es, en realidad, una solución estratégica ante la decisión de la concesionaria de no contratar el personal suficiente para operar todas las ventanillas de cobro de manera tradicional, priorizando la automatización y la reducción de costos operativos sobre la atención directa al cliente.

Finalmente, la tan esperada conexión a Puerto Vallarta aún enfrenta desafíos significativos. A la fecha, falta concluir el entronque directo al Aeropuerto Internacional y la solución vial para el sentido opuesto de la Avenida Francisco Medina Ascencio. Esto significa que, al incorporarse a la ciudad, los conductores se encuentran con tráficos viales y rodeos que les restan el tiempo ganado en la autopista, diluyendo la prometida eficiencia y generando frustración en el punto final del trayecto.

Si bien la autopista Las Varas-Puerto Vallarta representa un avance en conectividad, su modelo se inclina hacia un servicio de lujo con limitaciones evidentes. Un precio por kilómetro desproporcionadamente alto, una configuración de dos carriles que augura congestiones futuras, la ausencia de servicios básicos y conexiones finales incompletas pintan un panorama donde la inversión y el beneficio prometido aún no se alinean con la experiencia real del conductor. La “modernidad” tiene un costo elevado y, en este caso, aún con asignaturas pendientes.